24 julio, 2009

Un platillo gourmet y delicioso para ti

Por .Remedios Falaguera

Todo empezó hace 25 años. “Lo nuestro”, como me gusta llamar a mi matrimonio, no sólo es una aventura, la más apasionante y maravillosa que constituye una fuente de felicidad incomparable; es más, mucho más.

El solo hecho de mirarnos a los ojos y decirnos diariamente “siempre te volvería a escoger a ti, y sólo a ti”, lleva consigo la puesta en marcha de un proyecto de amor de por vida.


En él, “por pesadas y tormentosas que sean las pruebas que nos esperan, no estaremos nunca abandonados a nosotros mismos, no caeremos nunca de las manos del Señor, las manos que nos crearon y que ahora nos siguen en el itinerario de la vida. Como confesará San Pablo: ‘Quien inició en vosotros esta buena obra, la irá consumando’ ”, nos asegura Benedicto XVI.

Nuestra vida, como la de todos, es una película en blanco y negro llena de victorias y fracasos, de momentos alegres y tristes, de diferencias y consensos, de esfuerzo para superar juntos las muertes de seres queridos y de amigos que uno prefiere olvidar, de todo aquello imprescindible en el juego especial y maravilloso con el que llegamos a alcanzar la felicidad.

A pesar de lo anterior, saber enamorarse muchas veces de la misma persona requiere de nuestra inteligencia, voluntad y libertad para garantizarnos el éxito.

Los que me conocen saben de mi gran afición culinaria, de mis dotes de gran gourmet. Conocer los detalles del “buen comer” y del “buen beber” es un arte que requiere una gran inversión, del mismo modo que “el buen hacer en el matrimonio” exige los mejores ingredientes para mantenerlo vivo y fortalecerlo durante toda la vida, sin dejarlo a la improvisación, al destino, ni a la suerte.

Aquí tienes una receta, mejorada con los años, para preparar el exquisito “Éxito en el matrimonio”:

• Mezclamos en un traste los ingredientes: cada uno los que tenga a mano y en su totalidad, con su acidez y su confitura. No busques otros mejores, ni de sabores compatibles a tu paladar, ni mucho menos pretendas ver cualidades y defectos diferentes en los productos que conservas en tu alacena. ¡No temas nunca si el otro ingrediente es el adecuado, más bien, preocúpate de ser tú el ingrediente más apropiado para él!

• Les damos vueltas hasta afianzar una masa. No te preocupes de la mezcolanza de sabores. Hay que descubrir la riqueza de compartir aromas en la mezcla, muy superior a degustarlos en su individualidad.

• Sólo necesitas un poco de esfuerzo diario y continuo de “querer querer” al otro, con sus virtudes y con sus defectos, e intentar adaptar todos los ingredientes al molde elegido para el resto de vuestra vida, sin perder la autenticidad de ser quienes sois.

• Cuidar los detalles pequeños. El arte del “buen comer” gana valor cuando el comensal siente el respeto y el amor de tu trabajo.

• No tengas miedo al resultado. Pide perdón… ¡y prueba otra, y otra, y otra vez! Como los grandes gourmet, tendrás que dedicar miles de horas, alguna que otra lágrima y cantidades enormes de sonrisas, hasta que consigas el éxito.

• Y recuerda: antes de servir, riégalo con grandes cantidades de sentido del humor, añade tu toque personal, y ya tienes el plato listo para señalar al comensal: ¡Tú eres la persona más importante para mí!

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